El Chapo Guzmán no tenía nada y lo tenía todo para ser el narcotraficante que es hoy: el más rico, el más poderoso del mundo.
Nació en la miseria, pero cerca de la opulencia traída consigo por
los gomeros y marihuaneros existentes en Badiraguato desde antes de que
Joaquín y su padre y el padre de éste nacieran. Dar la vida por un saco
de dólares obtenido a cambio de apaciguar el ansia de los gringos era y
es, simplemente, la condición natural en una nación interior en que el
Estado no es otra cosa sino el permanente acuerdo entre autoridades y
narcotraficantes o el híbrido resultante de esa cruza hace quién sabe ya
cuántos años…
El Chapo, Joaquín Guzmán Loera, atravesó parte de su infancia
vendiendo naranjas en el municipio sinaloense que se hunde en la Sierra
Madre Occidental, pero también creció viendo los sembradíos de amapola y
el final a la pobreza que representaban. Surgió de un lugar hasta hoy
hundido en la miseria, pero hendido en el límite de Sinaloa, Durango y
Chihuahua, en la región conocida como “El Triángulo Dorado”, una de las
zonas que más plata revuelta con sangre ha producido en el mundo.
Guzmán Loera dejó atrás lo que debía abandonar e hizo suyo lo que
había que tomar. Kilo por kilo, dólar por dólar y por sí mismo, no
existe ningún señor de las drogas en Rusia, China, Colombia o
Afganistán, las otras superpotencias del narcotráfico, con la influencia
de Guzmán Loera.
La revista estadounidense Forbes, ha incluido al Chapo Guzmán en sus
listas de los hombres más ricos y poderosos del mundo. En marzo de 2009,
ocupó el lugar 701 de la citada lista y en diciembre de 2012 ya había
escalado hasta el 63.
En su último reporte sobre el estado del crimen organizado en México,
el Congreso de los Estados Unidos utiliza por primera vez el adjetivo
“billonario” para referir el liderazgo de Joaquín Guzmán Loera sobre el
Cártel de Sinaloa.
El informe “Organizaciones del Tráfico en México: Origen y
Acercamiento a la Violencia” fue elaborado por el Servicio de
Investigación del Congreso y presentado el 15 de abril de 2013. En el
texto de 50 páginas, se establece un diagnóstico a partir de las
condiciones de los cárteles mexicanos y, esto también es nuevo, coloca
al Cártel del Golfo en un lejano tercero lugar en la preeminencia de las
bandas mexicanas. El estudio afirma que la verdadera guerra se libra
entre los cárteles de Sinaloa y de Los Zetas, cada cual con sus
respectivos aliados de oportunidad.
“(El Cártel de) de Sinaloa, compuesto por una red de organizaciones
más pequeñas –de ahí que también se le llame Federación–, ha crecido
hasta convertirse en la organización dominante en México controlando el
45% de las drogas traficadas en México.
“Reportes indican que Sinaloa tiene presencia sustancial en 50 países
en América, Europa, África occidental y el sureste de Asia. A menudo se
le describe como la mafia más poderosa en el hemisferio occidental”.
El documento pone en letra del Congreso estadounidense lo que se dice
y se dice en la sociedad mexicana respecto al favoritismo de El Chapo
Guzmán. “Algunos analistas piensan, tras analizar los datos obtenidos en
la lucha antidrogas del ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa, que
existe un patrón de arrestos favorables al Cártel de Sinaloa, cuyas
detenciones no son de la misma relevancia que las realizadas a cárteles
rivales”.
La DEA es la agencia con mayor presencia internacional, no sólo de
Estados Unidos sino de todo el mundo. La agencia antinarcóticos ha
requerido más de 2 mil 400 millones de dólares –el doble de la supuesta
fortuna de Guzmán Loera– para echar a andar su maquinaria de más de 10
mil empleados. ¿Cómo justifica la instancia el requerimiento de tal
cantidad de dinero?
El argumento de la oficina colocado al frente de la petición es un
logro. El resultado es una operación llamada Proyecto debajo de la
Carretera implementado contra los cárteles de Sinaloa y Juárez por el
contrabando de marihuana, cocaína, heroína y metanfetaminas. La agencia
siguió el rastro del dinero dentro de esa misma operación y encontró
circuitos que conectaban 79 ciudades en Estados Unidos, Europa,
Centroamérica y Suramérica.
El trabajo de dos años, entre 2010 y 2012, derivó en 3 mil 780
arrestos y el aseguramiento de seis toneladas de coca, 170 de marihuana,
800 kilos de metanfetaminas y el aseguramiento de 148 millones de
dólares.
Podría sorprender y funcionar como un informe de resultados. Pero el
Proyecto debajo de la Carretera y el multimillonario presupuesto de la
DEA en nada mellaron la capacidad operativa de Sinaloa.
Y es que los cárteles mexicanos operan en más de un millar de
ciudades en todas las regiones de Estados Unidos al menos desde 2008 y
son, principalmente el de Sinaloa, imbatibles en los próximos años. Todo
se desprende del informe confidencial “Ciudades en las que las
organizaciones mexicanas de tráfico de drogas operan dentro de los
Estados Unidos” y del que SinEmbargo posee copia.
El diagnóstico es elaborado por el Centro de Inteligencia Nacional
contra las Drogas –National Drug Intelligence Center (NDIC) – y este
evalúa, “con gran confianza”, que las organizaciones mexicanas operan al
menos en 1 mil 286 ciudades en las nueve regiones divisorias de EU para
efectos de la Fuerza de Tarea y Aplicación Contra las Drogas del Crimen
Organizado, otra multiagencia de seguridad.
SinEmbargo posee este documento de carácter confidencial.
En por lo menos 150 de estas ciudades, según el reporte fechado en
2010, la actividad del narco mexicano estuvo vinculada con al menos una
de sus principales organizaciones. El emplazamiento es así:
Cártel de Sinaloa: Dirigido por Joaquín Guzmán Loera, Juan José
Esparragoza Moreno e Ismael Zambada García. Provee drogas a sus células
de distribución y a traficantes en al menos 75 ciudades, desde Honolulu,
Hawaii, hasta Filadelfia, Pennsylvania.
Los Zetas: Los ex militares suministran cantidades al por mayor de drogas en 37 ciudades.
Cártel del Golfo: Abastecen 37 ciudades.
Beltrán Leyva. Los hombres de Héctor Beltrán Leyva suministran al menos 30 ciudades.
Cártel de Juárez. Liderado por Vicente Carrillo Fuentes, hace negocios en al menos 33 ciudades.
La Familia de Michoacán (no se hace distinción de Los Caballeros Templarios de Michoacán). Participa en al menos 27 ciudades.
Cártel de Tijuana. Liderado por los restos de los Arellano Félix abastece 20 ciudades.
Así lo expresa el gobierno estadounidense a través de su Evaluación
Nacional sobre la Amenaza de las Drogas –National Drug Threat
Assessment, NDTA– correspondiente a 2011, el último diagnóstico abierto
de su clase:
De los siete principales cárteles mexicanos imbuidos en el negocio de
las drogas en EU, “el Cartel de Sinaloa es el dominante y su extensa
red de distribución suministra drogas a todas las regiones de los
Estados Unidos”.
Sinaloa y las demás mafias han tomado el mercado existente y lo han extendido hacia donde antes no estaba disponible.
“Las principales organizaciones de México seguirán dominando el
tráfico de drogas al por mayor en los Estados Unidos en el futuro
inmediato y solidificarán aún más sus posiciones a través de la
colaboración con las pandillas estadounidenses”.
Otros tipos de organizaciones y grupos están presentes de manera
activa y próspera. Por ejemplo, los grupos organizados de asiáticos,
dominicanos, cubanos y africanos amplían sus operaciones. Pero, de
estos, sólo los grupos africanos –algunos con supuestas simpatías por
movimientos “terroristas” de oriente medio no están mencionados en los
informes como colaboradores de los mexicanos.
“El cártel de Sinaloa ha sofisticado y desarrollado redes de
transporte y distribución, y cuenta con una extensa red de asociados
para facilitar su tráfico de operaciones en EU. Ya en 2004, Joaquín El
Chapo Guzmán Loera tenía la intención de monopolizar el comercio de
drogas en Estados Unidos”.
Forbes ha insistido en que su fortuna supero los mil millones de
dólares, que es uno de los 100 hombres más influyentes del planeta, lo
que ningún político, incluido el Presidente de México es. Mil millones
de dólares serían poco si es correcto el dato de las autoridades
estadounidenses que estima el negocio de las drogas de los cárteles en
México en alrededor de 30 mil millones de dólares. Y si es cierto que El
Chapo es el primer empresario de las sustancias prohibidas en Estados
Unidos.
Pero El Chapo no sólo hace negocios ilegales en Estados Unidos.
También los hace en México y ha prosperado con el creciente consumo
interno. Y no sólo hace negocios ilegales, también tiene intereses en
varios sectores de la economía formal: hotelería y turismo, agencias
automotrices, bienes inmuebles…
***
Uno de los cables publicados por Wikileaks sobre la administración de
Felipe Calderón durante el curso de ésta describe al Secretariode la
Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, planteando su interés en
establecer una colaboración “al más alto nivel” con el gobierno de los
Estados Unidos, particularmente respecto a la captura de “objetivos de
alto valor”, incluidos dos miembros de Los Zetas y Joaquín Guzmán Loera.
El general mexicano detalló que la búsqueda de El Chapo funcionaba en
tres niveles. El primero consistía en establecer presencia física en su
área de operación con la intención de recabar información. Galván
hablaba de la existencia de 15 o 20 sitios por los que el
narcotraficante se movía, pero que una extensa red compuesta por
informantes y guardaespaldas dificultaban la captura. El Secretario de
la Defensa informó que la segunda etapa consistiría en el despliegue de
tropas en la zona de tránsito del narcotraficante, lo que no sólo se
hizo en Sinaloa y Durango, sino en todo el país. La tercera fase de la
operación habría consistido en la captura con el éxito ya conocido.
Desde la fuga de Guzmán Loera toda clase de cosas se han dicho y
escrito. En meses pasados lo dieron por muerto en Guatemala, donde lo
detuvieran en 1993. Se revelaron sus bodas con la Reina del Café y la
Guayaba de un pueblo de Durango con la presencia de políticos y el
obispo de ese estado dijo claro y fuerte que todo mundo sabía que El
Chapo andaba por ahí sin mayor problema.
El mito urbano construido alrededor del capo incluye el pasaje que,
siempre con variaciones menores y los mismos lugares comunes, es el
siguiente.
En algún restaurante de Culiacán, Mazatlán, Los Mochis o cualquier
otro lado, repentinamente se cierran las puertas. Unos tipos que cumplen
punto a punto con el cliché del buchón recorren cada mesa ocupada del
lugar y confiscan con elegancia –si esta cabe entre una gorra beisbolera
atiborrada de plásticos brillantes y una botas vaqueras de piel de
cocodrilo y pintadas de azul rey–, todos los teléfonos celulares de los
parroquianos. Tras los matarifes, los meseros compensan el secuestro con
botellas de whiskey Buchanan’s. “Cortesía del señor Guzmán Loera”. El
Chapo aparece y se dirige a un reservado privado, donde hace su
comitiva. Mientras el narcotraficante come, nadie sale. Minutos después
de que él lo hace se devuelven los teléfonos y se presentan las cuentas
de consumo cubiertas.
Los juegos de alianzas y rivalidades están dados en las fracturas de
los cárteles mexicanos. La estrategia de persecución y aniquilamiento de
los jefes del narco ha polarizado grupos internos que se mantenían
cohesionados bajo una figura pero que, tras su captura o muerte, se
enfrentan por el control de rutas y mercados internos ya consolidados.
“El Juego de Tronos” del narco mexicano coloca en el mapa al Chapo
encabezando una gran alianza que incluye al Cártel del Golfo, hecho
impensable hace una década; a Los Caballeros Templarios de Michoacán, y a
grupos con menor relevancia por el momento como el Cártel de Jalisco
Nueva Generación o Los Mata Zetas. El otroeje en la guerra, al menos por
el momento, es liderado por Los Zetas, los Beltrán Leyva, el Cártel de
Juárez y el Cártel de Tijuana, estos tres últimos en mayor o menor
proceso de desintegración y en declive.
La lucha por el monopolio del comercio ilegal de las drogas se ha
traducido en 70 mil muertes sólo durante el sexenio de Felipe Calderón y
de un número indeterminado de desaparecidos. También en la expansión de
narcotráfico hacia las otras formas del crimen organizado, muchas
lesivas de los ciudadanos que, hasta la década de los noventa, se podían
considerar a salvo de las reyertas de los barones de las drogas, ahora
empresarios ellos y sus subalternos del secuestro, la extorsión, el
tráfico humano, la trata de mujeres y niñas con fines de comercio
sexual.
Los generales del narco, pero también los capitanes y los simples
cabos han corrompido extensamente autoridades ya no sólo policíacas,
sino administrativas, judiciales y legislativas.
Si se le desprende a Guzmán Loera el halo romántico y cabrón con que
se le hace apología en narcocorridos, novelas y otros textos presentados
como periodísticos, ¿es justificado ver en El Chapo a un genocida? ¿Es
Joaquín Guzmán Loera corresponsable de la descomposición institucional y
social del país?
Si se atiende a la actuación de las últimas tres administraciones
federales, la respuesta es no. Pero esa respuesta no satisface a nadie.