Laredo, Texas— “La plaza está muy, pero muy caliente”, dice Raúl Salinas, alcalde de Laredo, Texas, al referirse a la situación de extrema violencia que se vive en la ciudad vecina, Nuevo Laredo, Tamaulipas, zona de guerra entre Los Zetas, el Cártel del Golfo, el Ejército y la Marina.
Los ataques con granadas y los constantes tiroteos en Nuevo Laredo obedecen a que el jefe local de Los Zetas presuntamente está acorralado y a la disputa por la plaza entre esos sicarios y los del Cártel del Golfo, según revelan agencias federales de Estados Unidos que mantienen una estricta vigilancia sobre la zona de guerra en este punto de la frontera norte de México.
“Los Zetas’ están respondiendo con todo lo que tienen a las estrategias del Ejército. El uso de las granadas es un ejemplo, una muestra de su desesperación y de sus tácticas sanguinarias e inhumanas”, comenta a Proceso un funcionario de una agencia federal estadounidense que realiza labores de investigación en Nuevo Laredo.
“Es posible que en los próximos días haya noticias importantes respecto a la estructura de Los Zetas en Nuevo Laredo, pero esto significa que la guerra se va a recrudecer y posiblemente habrá bastantes bajas”, puntualiza el agente estadounidense, quien solicitó el anonimato.
Las líneas de investigación sobre Nuevo Laredo que siguen varias dependencias federales de Estados Unidos –como la agencia antidrogas (DEA) y el Buró Federal de Investigaciones (FBI)– coinciden en lo siguiente: los constantes enfrentamientos del Ejército y la Marina con Los Zetas se deben a que el Gobierno Federal ha estado muy cerca de atrapar o eliminar a Miguel Treviño Morales, líder de esa organización en la zona que abarca el norte de Tamaulipas y el sur de Texas.
“Es lo que se rumorea por aquí”, señala el alcalde de Laredo cuando se le pregunta sobre Treviño. “Lo cierto es que la caza de este criminal está costando mucha sangre y mucho miedo a nuestros hermanos de Nuevo Laredo”, apunta Salinas, experto en el problema del narcotráfico mexicano, ya que fue agente del FBI en México durante el sexenio de Vicente Fox.
En la franja fronteriza de Nuevo Laredo y Laredo, ciudades divididas por el río Bravo, los enfrentamientos violentos entre el Ejército y Los Zetas, o entre éstos y el cártel del Golfo, ya son parte de la rutina cotidiana.
El pasado 30 de julio, en pleno día Nuevo Laredo vivió un enfrentamiento de soldados mexicanos y un grupo de élite de la Marina contra presuntos guardaespaldas de Treviño Morales. Ese día, de acuerdo con el agente federal estadounidense que habló con Proceso, se dijo que las Fuerzas Armadas estuvieron a punto de atrapar o eliminar al narcotraficante, pero el ataque fue repelido con granadas y armas de alto poder.Otro de los rumores que circula en Laredo y Nuevo Laredo es que los enfrentamientos son entre narcotraficantes. “Se habla de que el cártel del Golfo regresó a Tamaulipas para arrebatarle la plaza a Los Zetas”, sostiene el alcalde Salinas.
Los choques armados entre Los Zetas, el cártel del Golfo, el Ejército y la Marina se han convertido en un espectáculo. La noche del 30 de julio, unas 30 personas se pararon a la orilla del Bravo, del lado de Laredo y a unos cuantos metros del Puente Internacional Numero 1, a escuchar el tiroteo y a ver los destellos de los granadazos. Laredo, pese a que colinda con Nuevo Laredo, se ubica entre las 10 ciudades más seguras de Estados Unidos.
La plaza de Nuevo Laredo está tan caliente, como asegura el alcalde Salinas, que ningún funcionario del FBI ni de la DEA con sede en Laredo aceptó hablar con Proceso sobre la situación que se vive en la ciudad presuntamente dominada por Los Zetas de Treviño.
“Simplemente nos mantenemos en cooperación con las autoridades mexicanas y estamos participando en las investigaciones sobre lo que ocurre en Nuevo Laredo”, fue la respuesta oficial y por escrito que consiguió Proceso de la oficina regional de la DEA.
En las primeras horas del sábado 31 de julio otra granada explotó en Nuevo Laredo y provocó el cierre temporal del Puente Internacional Número 1, el Lincoln-Juárez, en lo que aparentemente fue otro intento de Los Zetas por intimidar al Ejército y a la Marina.
Respecto de la violencia en esa ciudad generada por la guerra entre narcotraficantes, las fuentes consultadas por Proceso sostienen que el cártel del Golfo regresó a recuperar la plaza que le quitaron Los Zetas encabezados por Treviño y por Heriberto Lazcano, El Verdugo o El Lazca.
Fuentes consultadas por este semanario afirman que al cártel del Golfo le conviene que, a unas semanas de haber enviado a sus sicarios a matar zetas al norte de Tamaulipas, el Ejército y la Marina estén indirectamente ayudándoles a eliminar a Treviño y a su gente. “Les van a limpiar la plaza y así la podrán recuperar más fácilmente”, destacó una de las fuentes.
El poderío de Los Zetas en Nuevo Laredo, especialmente del grupo de Treviño, es evidente en esa ciudad. Ahí circula mucha droga y hay numerosos decapitados o levantados todos los días, lo que tiene a la ciudad en un estado de pánico constante; sin embargo, esa narcoviolencia no ha salpicado a Laredo.
–¿Qué marca la diferencia entre Laredo y Nuevo Laredo en materia de seguridad? –se le pregunta al alcalde Salinas.
–Tenemos un Departamento de Policía (con 430 agentes) bien capacitado y entrenado y muy vigilante, que se enfoca a combatir la violencia por medio de la coordinación que mantenemos todos los días con las autoridades estatales y las agencias federales –responde.
Salinas descarta que la narcoviolencia de Nuevo Laredo cruce la frontera, porque en la ciudad que gobierna –y que tiene 230 mil habitantes– están las oficinas regionales de la DEA y del FBI, dedicadas a colaborar con México en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado.
“Si hubiera menos corrupción entre las policías mexicanas... creo que eso marca la diferencia en esta lucha. Se podría avanzar con más eficacia. Pero para eso lo primero que se debe hacer es aumentarle el sueldo a los policías y evitar que caigan en la tentación de aceptar dinero del crimen organizado”, destaca Salinas, quien asegura que el cáncer que provoca la inseguridad en lugares como Nuevo Laredo se llama corrupción.
Corrupción del otro lado
Pero la corrupción del narcotráfico no es un mal exclusivo de los policías mexicanos. El 29 de julio en McAllen, Texas, el ex policía del condado de Pharr Jaime Beas, El Chino, fue acusado de narcotráfico cuando el FBI dio a conocer sus lazos con Los Zetas y se dijo, además, que es “sobrino de un lugarteniente” de la agrupación criminal mexicana.
Acusado también de extorsión y tráfico de drogas y de armas, Beas se encargaba de vigilar y asegurar las operaciones de secuestro que realizaron Los Zetas en territorio estadounidense, en poblaciones como Las Milpas e Hidalgo, Texas.
Beas es acusado de operar “casas de seguridad” para Los Zetas en el sur de Texas. El FBI descubrió que a finales de 2008 este ex policía compró una casa de 385 mil dólares que pagó en efectivo; en esa casa Los Zetas almacenaron drogas y armas.
El ex policía de Pharr fue detenido gracias a una operación encubierta del FBI, en la que un agente de esta dependencia se hizo pasar por “un zeta” y le ofreció 4 mil dólares en efectivo a Beas para que le permitiera pasar cargamentos de cocaína a bordo de una patrulla de policía. El Chino aceptó.
El proceso en su contra sostiene que el pasado 9 de julio y como parte de la operación encubierta, Beas aceptó vender al agente del FBI una granada, un rifle automático de asalto M-16 y varios chalecos antibalas, arsenal que presuntamente fue robado de una base militar estadounidense.
El caso de Beas y su relación con Los Zetas se extiende hasta las fuerzas armadas de Estados Unidos. La investigación del FBI sostiene que “un tío” de El Chino, un policía militar de la base aérea de Corpus Christi, Texas, era la persona encargada de robar armamento y equipo para venderlo a Los Zetas.
El policía militar tío de Beas, cuya identidad no revela la investigación del FBI, está siendo enjuiciado en una corte militar en Florida.
“Se habla y se insiste en que es cuestión de días para que caiga una cabeza grande de Los Zetas en Nuevo Laredo; ojalá sea así, porque si no, es posible que la plaza se caliente más, y si pasa eso no quiero ni imaginarme las balaceras y granadazos del otro lado del río”, acota Salinas.
El jueves 5, el mismo día en que el Departamento de Estado declaró que en México los narcotraficantes usan “tácticas terroristas al estilo militar” para atacar a las fuerzas de seguridad de Calderón, en Ciudad Victoria explotó un carro-bomba en el estacionamiento del complejo estatal de Seguridad Pública.
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