A pesar de que el gobierno federal de México rechaza la existencia de vínculos entre cárteles de la droga y grupos terroristas islámicos, Estados Unidos asegura que “el nexo entre el narcotráfico y el terrorismo está bien establecido”.
Washington ha documentado el nexo entre terroristas islámicos en una relación de casos en los que aparece México con el asunto del presunto y frustrado complot iraní que se orquestó para asesinar al embajador de Arabia Saudita en Estados Unidos en septiembre pasado, y en el que se buscó la participación de una organización criminal mexicana.
La relación entre cárteles y terrorismo es detallada en un informe de la División de Operaciones Especiales de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA), entregado el 17 de noviembre pasado al Congreso estadounidense. Mientras que en otro informe del Departamento de Seguridad Interna se da a conocer que este año se detectó el intento de talibanes de asociarse con una red de tráfico de personas en Ecuador para facilitar el ingreso de uno de sus miembros a territorio de EU.
Ante estos casos, se reconoce que uno de los desafíos a la seguridad nacional de EU es detectar y desmantelar el vínculo entre el crimen organizado y los grupos fundamentalistas en distintas partes del mundo.
En el documento de la DEA Narcoterrorismo y el largo alcance de Estados Unidos en la aplicación de la ley, se indica que la amenaza es seria, pues las investigaciones aputna a que las ganancias ilícitas del tráfico de drogas u otras modalidades del crimen organizado son usadas para pagar a funcionarios corruptos, socavar instituciones, y facilitar ataques contra diplomáticos, funcionarios gubernamentales o dependencias, donde con frecuencia hay víctimas civiles.
El reporte señala que “el nexo entre el narcotráfico y el terrorismo está bien establecido. El ejemplo más reciente es la trama del intento de asesinato del embajador de Arabia Saudita en Estados Unidos, que ilustra la medida en que las organizaciones terroristas se alinean con otros criminales para alcanzar sus objetivos”.
En este caso, se alega que el presunto terrorista Manssor Arbabsiar se acercó a alguien que creyó era un integrante de una organización de narcotráfico extremadamente violento de México, “porque creía que la gente en el negocio del narcotráfico está dispuesta a emprender la actividad criminal a cambio de dinero. Por suerte, la persona que contactó era un informante de la DEA”.
El caso de Arbabsiar, reclutado por la Fuerza Qods, una rama del Cuerpo de Guardias Revolucionarios Islámicos, que ingresó a México al menos en tres ocasiones este año —entre mayo y septiembre—, para preparar el atentado, es evidencia de que la amenaza de un posible vínculo entre cárteles y extremistas es latente.
Mientras que el reporte del Departamento de Seguridad Interna, entregado el 1 de noviembre pasado, también revela la existencia de otros casos en Latinoamérica, como el de tres pakistaníes detenidos en marzo de este año en Miami, Florida, que buscaron asociarse con una organización de tráfico de personas en Quito, Ecuador, “para facilitar el movimiento ilícito transnacional de presuntos miembros de organizaciones terroristas como Al Qaeda, Tehrik-i-Taliban Pakistan (TTP), y Jaish-e Mohammed”.
Por ello, el documento reconoce que “una amenaza que preocupa especialmente es la convergencia de los terroristas y el tráfico de personas”, como el caso reciente que se investigó junto con el gobierno ecuatoriano.
Esta no es la primera ocasión que el gobierno de EU expresa su preocupación por los riesgos de una posible alianza entre cárteles como Los Zetas y terroristas como Al Qaeda.
Patricia Espinosa, titular de Relaciones Exteriores, rechazó de que en el país haya presencia de grupos extremistas y que exista el riesgo de que se vinculen con cárteles, por lo que invitó a políticos estadounidenses a ser cuidadosos con estos pronunciamientos.
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