Legalizar
y regularizar el mercado de drogas es la única opción realista para
evitar que el narcotráfico acapare más poder económico, político y
social del que ya tiene, afirmó hoy el periodista e investigador
uruguayo sobre temas de drogas Guillermo Garat.
El escritor, autor del libro “Marihuana y otras yerbas. Prohibición, regularización y uso de drogas en Uruguay”, que se presenta hoy en Montevideo y en donde se traza la historia del consumo y el tráfico de sustancias “hoy ilícitas” en el país suramericano, señaló en una entrevista con Efe que dada la situación actual de consumo sólo queda regular el mercado salvo que se prefiera “que el narco tome más poder y tome libremente decisiones”.
“O seguimos dejando que el narco ocupe más lugares en la sociedad o regulamos este tipo de consumos, que existieron a lo largo de la historia de la humanidad y para los que no hay razones que indiquen pensar que se vayan a abandonar pese al dinero gastado hasta ahora en combatirlo”, indicó Garat.
En ese sentido, el investigador consideró interesante el proyecto del Ejecutivo del presidente José Mujica que pretende legalizar la compra y venta de marihuana y hacer del Estado el único regulador de la misma, ya que pretende “quitar una porción del mercado” a los narcotraficantes.
“En este sentido, sería recomendable que se aprobara algo”, añadió.
Garat destacó las posibilidades de Uruguay para debatir una medida de esas características, entre otros motivos porque al ser un país pequeño en donde “no hay grandes intereses económicos” y donde “todos se conocen” se puede dialogar con seriedad sobre un asunto tan espinoso.
El periodista reconoció además que la disposición uruguaya a debatir la legalización proviene de la progresiva aceptación social del consumo de marihuana y la comprobación empírica de que sus daños no son tan graves para el consumidor.
“Cambió la percepción. En Uruguay se está en un punto donde se puede fumar al lado de un policía y no pasa nada. Ese miedo hacia la marihuana se trasladó a la pasta base, que es el nuevo fetiche para explicar la violencia de la sociedad”, indicó.
En “Marihuana y otras yerbas” Garat recuerda que la plantación y el consumo de cannabis llegó por primera vez a Uruguay en tiempos del virreinato del Río de la Plata, cuando la metrópoli española introdujo el cultivo de cáñamo para hacer cuerdas para su marina militar y mercante y que fue el gallego José Reguera el primero en plantar en el país tras su llegada en 1782.
Desde entonces la droga se consumió más o menos libremente en el país hasta que en los años 20 y 30 del siglo XIX Uruguay se plegó a las medidas prohibicionistas que llegaron desde los EU y que atacaban al consumidor de drogas.
Esta represión llegó a su punto máximo durante la dictadura uruguaya (1973-1985), donde unas 1.100 personas fueron detenidas en el país por consumo de drogas, mientras que el mismo periodo no hubo un solo preso por tráfico.
“El primer detenido por tráfico fue en 1987, un argentino que además estuvo en la cárcel apenas unas semanas, ya que se escapó”, recordó el investigador.
Entre otras anécdotas, Garat señaló que en la década de 1990, Uruguay fue un centro de lavado de dinero del narcotráfico muy activo y allí operaron los carteles de Medellín, Cali y el Juárez.
“De hecho, Pablo Escobar exportó mil 200 millones de dólares en oro de Uruguay hacia EU en 1987, lo que hizo del país uno de los mayores exportadores de oro del mundo, cuando no produce nada”, explicó el periodista.
El escritor, autor del libro “Marihuana y otras yerbas. Prohibición, regularización y uso de drogas en Uruguay”, que se presenta hoy en Montevideo y en donde se traza la historia del consumo y el tráfico de sustancias “hoy ilícitas” en el país suramericano, señaló en una entrevista con Efe que dada la situación actual de consumo sólo queda regular el mercado salvo que se prefiera “que el narco tome más poder y tome libremente decisiones”.
“O seguimos dejando que el narco ocupe más lugares en la sociedad o regulamos este tipo de consumos, que existieron a lo largo de la historia de la humanidad y para los que no hay razones que indiquen pensar que se vayan a abandonar pese al dinero gastado hasta ahora en combatirlo”, indicó Garat.
En ese sentido, el investigador consideró interesante el proyecto del Ejecutivo del presidente José Mujica que pretende legalizar la compra y venta de marihuana y hacer del Estado el único regulador de la misma, ya que pretende “quitar una porción del mercado” a los narcotraficantes.
“En este sentido, sería recomendable que se aprobara algo”, añadió.
Garat destacó las posibilidades de Uruguay para debatir una medida de esas características, entre otros motivos porque al ser un país pequeño en donde “no hay grandes intereses económicos” y donde “todos se conocen” se puede dialogar con seriedad sobre un asunto tan espinoso.
El periodista reconoció además que la disposición uruguaya a debatir la legalización proviene de la progresiva aceptación social del consumo de marihuana y la comprobación empírica de que sus daños no son tan graves para el consumidor.
“Cambió la percepción. En Uruguay se está en un punto donde se puede fumar al lado de un policía y no pasa nada. Ese miedo hacia la marihuana se trasladó a la pasta base, que es el nuevo fetiche para explicar la violencia de la sociedad”, indicó.
En “Marihuana y otras yerbas” Garat recuerda que la plantación y el consumo de cannabis llegó por primera vez a Uruguay en tiempos del virreinato del Río de la Plata, cuando la metrópoli española introdujo el cultivo de cáñamo para hacer cuerdas para su marina militar y mercante y que fue el gallego José Reguera el primero en plantar en el país tras su llegada en 1782.
Desde entonces la droga se consumió más o menos libremente en el país hasta que en los años 20 y 30 del siglo XIX Uruguay se plegó a las medidas prohibicionistas que llegaron desde los EU y que atacaban al consumidor de drogas.
Esta represión llegó a su punto máximo durante la dictadura uruguaya (1973-1985), donde unas 1.100 personas fueron detenidas en el país por consumo de drogas, mientras que el mismo periodo no hubo un solo preso por tráfico.
“El primer detenido por tráfico fue en 1987, un argentino que además estuvo en la cárcel apenas unas semanas, ya que se escapó”, recordó el investigador.
Entre otras anécdotas, Garat señaló que en la década de 1990, Uruguay fue un centro de lavado de dinero del narcotráfico muy activo y allí operaron los carteles de Medellín, Cali y el Juárez.
“De hecho, Pablo Escobar exportó mil 200 millones de dólares en oro de Uruguay hacia EU en 1987, lo que hizo del país uno de los mayores exportadores de oro del mundo, cuando no produce nada”, explicó el periodista.
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