miércoles, 21 de noviembre de 2012

Alcaldesa calló un atentado



No fueron dos. Fueron cuatro los atentados a los que sobrevivió la ex alcaldesa de Tiquicheo, Michoacán, María Santos Gorrostieta Salazar antes de que el pasado 12 de noviembre fuera secuestrada y posteriormente asesinada.
El primero de ellos se suscitó a sólo tres meses de su toma de posesión, en enero de 2008, cuando una camioneta le salió al paso a ella y su marido, José Sánchez Chávez, cerca de la comunidad de Las Mojarras, rumbo a Huetamo.
En esa ocasión el matrimonio sólo recibió amenazas que fueron acompañadas de disparos al aire, hechos por un grupo de desconocidos.
Le dijeron a la recién llegada presidenta municipal que “renunciara por las buenas antes de que fuera demasiado tarde”, contaría después a sus allegados.
No hubo denuncia por este hecho, a recomendación de su marido, que exclamó enojado en esa ocasión, que “sabía perfectamente de dónde venía la amenaza”, cuenta una fuente cercana que por seguridad pidió resguardar su nombre.
Posteriormente, el 16 de enero del 2009, en El Limón de Papatzindán, tenencia de Tiquicheo, el vehículo en el que viajaba usualmente el matrimonio fue baleado por un comando armado y la pareja sufrió lesiones no graves que les permitieron continuar con su vida.
Este hecho quedó registrado en los periódicos locales y regionales.
En el tercer ataque, perpetrado el 15 de octubre de ese mismo año, murió José Sánchez Chávez, de 50 años; quedó abatido a tiros en El Limón de Papatzindán.
Las versiones periodísticas de ese día darían cuenta de que José Sánchez bajó de la camioneta para hablar por celular mientras esperaba la llegada de un funcionario federal de la Conagua cuando un comando armado le salió al encuentro para asesinarlo a tiros.
La ex alcaldesa bajó del vehículo al oír los disparos para auxiliar a su esposo; los asesinos no dudaron en atacarla también y la dejaron en el lugar, dándola por muerta.
Un par de meses después, aún convaleciente, regresó a la alcaldía y anunció que estaba dispuesta a seguir trabajando. Entonces buscó el apoyo de su partido, el PRI, para protegerse, pero se topó con cerrones de puertas y llamadas a sus líderes de partido que nunca eran devueltas.
El 22 de enero de 2010 fue víctima de un cuarto ataque armado en Ciudad Altamirano, en la frontera de Michoacán con Guerrero, a unos 150 kilómetros de Tiquicheo.
En esa ocasión iba acompañada de su hermano, dos funcionarios y una reportera, que resultaron heridos. Ante la gravedad de la situación, los lesionados fueron trasladados en helicóptero a un hospital de Morelia.
En el quinto atentado, el pasado 12 de noviembre, finalmente fue asesinada. No tenía escolta personal desde enero pasado, cuando dejó su cargo de alcaldesa y ella misma solicitó que la guardia personal le fuera retirada. Por seguridad, desde noviembre de 2011 mantenía su residencia en Morelia.
Sospechan del crimen organizado
Ayer, el gobernador de Michoacán, Fausto Vallejo, dijo que una de las líneas de investigación que se sigue sobre el asesinato de Santos Gorrostieta “está relacionada con la posible intervención del crimen organizado”. El mandatario dijo que el gobierno del estado carece de suficiente personal policiaco para proteger a todos los ediles de la entidad.
A petición de los presidentes municipales panistas de Tanhuato y Vista Hermosa, se les asignó escolta, precisó el gobernador.
Por su lado, el secretario de Gobierno Jesús Reyna García mencionó este martes que “no existen elementos para suponer que el asesinato de María Santos Gorrostieta Salazar fue a causa de su actividad política presente o a hechos relacionados con su paso por la administración municipal anterior”.

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