Un taxista que salió a ver quién lo buscaba fue ejecutado de al menos cuatro balazos por un sicario que primero tocó a la puerta de su casa como si fuera un cliente, en Santa Catarina.
El occiso sólo fue identificado por los vecinos como Luis Alberto, de 28 años, a quien lo conocían con el apodo de “El Papis”.
La ejecución fue reportada a las 20:05 horas de ayer, afuera del domicilio del taxista, ubicado en la calle Gran Círculo de Obreros Libres 305, entre Flores Magón y Francisco J. Mujica, en la Colonia Mártires de Cananea.
De acuerdo con familiares, Luis Alberto acababa de llegar de jugar un partido de futbol en unas canchas del sector con compañeros de la base de taxis donde laboraba.
Luego salió a la tienda en compañía de su hija y su esposa, pero minutos después de regresar a su domicilio, que es propiedad de sus suegros, alguien tocó a la puerta pidiéndole un servicio.
La primera que salió al llamado fue la suegra de Luis Alberto, quien le dijo al supuesto cliente que su yerno no estaba laborando.
Ante la insistencia del “cliente”, Luis Alberto salió para ver de quién se trataba, pero fue recibido a balazos.
Después de cometer la ejecución, señalaron los testigos, el delincuente caminó hacia el oriente de Gran Círculo de Obreros Libres, se subió a un auto donde lo esperaban otros cómplices y huyó.
Cuando salieron los familiares de Luis Alberto y lo vieron tirado, solicitaron el auxilio de una ambulancia, por lo que al lugar llegaron rescatistas de Protección Civil de Santa Catarina.
Al revisar el cuerpo del taxista, los rescatistas confirmaron que ya no presentaba signos de vida.
Familiares de Luis Alberto sufrieron una crisis de histeria cuando les informaron que el taxista había fallecido.
Para entonces, la zona ya había sido invadida por uniformados de la Policía de Santa Catarina, de Fuerza Civil, de agentes de la Policía Ministerial y elementos del Ejército.
Los agentes del Primer Grupo de Homicidios acordonaron el área, para que peritos de la Procuraduría estatal recolectaran evidencias.
Trascendió que los casquillos que se encontraron al lado del cuerpo eran calibre 9 milímetros, pero no se precisó cuántos.
En los alrededores de la escena del crimen había decenas de curiosos, quienes fueron retirados por elementos del Ejército.
“Ustedes qué tienen que hacer aquí. ¡Vámonos a sus casas!”, les gritó un militar a los vecinos, quienes sin ninguna objeción acataron la orden.
Uno de los militares también le llamó la atención de forma enérgica al mando de los uniformados de Fuerza Civil, ya que los policías no pudieron mantener el orden para pedirles a los vecinos que se metieran a sus domicilios.
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