Durante
más de dos años se diseñó y consolidó El Proyecto. Se trata de la
estrategia de expansión del Cártel de La Familia -y después su escisión.
Los Caballeros Templarios- para irrumpir en el mercado de las metanfetaminas en Estados Unidos y distribuir su mercancía incluso en las prisiones de ese país, con un aliado poderoso: La Mafia Mexicana. Uno de los objetivos era restarle poder a la organización de Joaquín El Chapo Guzmán.
Más de un centenar de evidencias, que incluyen conversaciones grabadas entre los conspiradores -que utilizaban un lenguaje codificado- fueron recabadas en una investigación que encabezó la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA).
Que sustentan la acusación formal presentada en una Corte de California contra 13 integrantes de esta alianza, algunos de los cuales operaron incluso desde una prisión estadounidense, revela el documento elaborado por los fiscales federales.
Durante la primera semana de agosto, agentes estadounidenses detuvieron en Los Ángeles, California, a ocho de los implicados, y se formularon cargos contra cuatro jefes de pandilla que ya estaban en la cárcel.
Aunque la investigación sigue en busca de otros “socios” en este plan orquestado desde México, entre otros, por los hoy líderes de Los Caballeros Templarios: Servando Gómez Martínez, La Tuta, y Enrique Plancarte Solís, El Kike.
En la lista de los presuntos responsables está el mexicano Efraín Isak Rosales, El Tucán, quien en la causa criminal 21 USC 846, es identificado por las decenas de grabaciones con su voz, obtenidas durante los meses que se desarrolló El Proyecto. Hoy este hombre oriundo de Michoacán es un fugitivo, que las autoridades estadounidenses consideran está escondido en la entidad, bajo el amparo de Los Templarios.
Freddie Montes, de 44 años y presunto miembro de La Familia no corrió con la misma suerte, fue detenido el 6 de agosto pasado por agentes de la DEA en Los Ángeles, junto con sus presuntos operadores Adam Ríos y Omar Hugo Robles.
El enlace de este complot fue José Rodríguez-Landa, conocido como Fox Tapia, un miembro de La Mafia Mexicana, originario de Michoacán, quien ya estaba preso, pero fue clave en El Proyecto. Su paisano Rosales, junto con Montes, son señalados en la acusación como los presuntos operadores de La Familia que desde enero de 2011 fueron designados por los líderes del cártel para concretar la alianza en Estados Unidos con La Mafia Mexicana.
El acuerdo fue el siguiente: el cártel mexicano obtuvo el “permiso” para surtir de metanfetamina y mariguana al mercado sur de California -en particular los condados de Los Ángeles y Orange-, con el apoyo de La Mafia Mexicana que controla las bandas hispanas que operan en ese estado se pactó además que proveerían de la droga de diseño, a un precio más barato que el ofertado por el Cártel de Sinaloa, a los jefes de la pandilla encarcelados, quienes aún en reclusión controlan el suministro en prisiones estatales y federales de Estados Unidos.
La sociedad se concretó. Rosales y Montes supervisaron directamente la distribución de metanfetamina -y adicionalmente cargamentos de mariguana- en el sur de California, entregaron drogas a los jefes de La Mafia Mexicana, que se encargó de que sus pandillas aliadas protegieran los envíos de La Familia y después de Los Templarios; el “bono” fue que los mexicanos del cártel presos en ese país recibirían también protección de los pandilleros.
En el expediente existen grabaciones recabadas a partir de enero de 2011, con los primeros contactos entre los conspiradores. Una registrada el 21 de febrero de ese año, entre Efraín Érik Rosales y Montes, con otros sujetos identificados hasta el momento como conspiradores “F” y “C1″, propusieron una reunión entre los líderes de ambas organizaciones para sellar el trato.
Con ese propósito el ahora fugitivo Rosales dijo que viajaría a México -a Michoacán- para ver a sus jefes, quienes desde noviembre de 2010 le habían dado instrucción para concretar El Proyecto; mientras que Montes “se quedaría en Estados Unidos para representar los intereses de La Familia“.
Otra conversación del 9 de marzo 2011 revela que Michel Moreno, uno de los socios de La Mafia Mexicana, indicó que la droga de La Familia le daría sólo a él ganancias por 30 mil dólares, por lo que la alianza sería beneficiosa para todos “siempre y cuando haya dinero para todo el mundo”, en referencia a todos los miembros de la nueva alianza.
En esa misma fecha se registró otra grabación en la que el operador del cártel mexicano, Montes decía que ya había entregado aproximadamente 24 mil 400 dólares en ganancias de la droga a La Mafia. El Proyecto ya estaba en marcha.
Para el 1 de abril de ese año, en otra de las conversaciones cifradas entre los conspiradores, Montes se comprometió por La Familia a entregar una remesa de 100 kilogramos de metanfetaminas. El 3 de abril, sólo dos días después, Fred Montoya Fats Freddy y Luis Gerardo Vega, Little One, operadores de La Mafia Mexicana, viajaron a Michoacán para reunirse con los líderes de La Familia, según documentó la DEA para cerrar el trato.
Los Caballeros Templarios- para irrumpir en el mercado de las metanfetaminas en Estados Unidos y distribuir su mercancía incluso en las prisiones de ese país, con un aliado poderoso: La Mafia Mexicana. Uno de los objetivos era restarle poder a la organización de Joaquín El Chapo Guzmán.
Más de un centenar de evidencias, que incluyen conversaciones grabadas entre los conspiradores -que utilizaban un lenguaje codificado- fueron recabadas en una investigación que encabezó la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA).
Que sustentan la acusación formal presentada en una Corte de California contra 13 integrantes de esta alianza, algunos de los cuales operaron incluso desde una prisión estadounidense, revela el documento elaborado por los fiscales federales.
Durante la primera semana de agosto, agentes estadounidenses detuvieron en Los Ángeles, California, a ocho de los implicados, y se formularon cargos contra cuatro jefes de pandilla que ya estaban en la cárcel.
Aunque la investigación sigue en busca de otros “socios” en este plan orquestado desde México, entre otros, por los hoy líderes de Los Caballeros Templarios: Servando Gómez Martínez, La Tuta, y Enrique Plancarte Solís, El Kike.
En la lista de los presuntos responsables está el mexicano Efraín Isak Rosales, El Tucán, quien en la causa criminal 21 USC 846, es identificado por las decenas de grabaciones con su voz, obtenidas durante los meses que se desarrolló El Proyecto. Hoy este hombre oriundo de Michoacán es un fugitivo, que las autoridades estadounidenses consideran está escondido en la entidad, bajo el amparo de Los Templarios.
Freddie Montes, de 44 años y presunto miembro de La Familia no corrió con la misma suerte, fue detenido el 6 de agosto pasado por agentes de la DEA en Los Ángeles, junto con sus presuntos operadores Adam Ríos y Omar Hugo Robles.
El enlace de este complot fue José Rodríguez-Landa, conocido como Fox Tapia, un miembro de La Mafia Mexicana, originario de Michoacán, quien ya estaba preso, pero fue clave en El Proyecto. Su paisano Rosales, junto con Montes, son señalados en la acusación como los presuntos operadores de La Familia que desde enero de 2011 fueron designados por los líderes del cártel para concretar la alianza en Estados Unidos con La Mafia Mexicana.
El acuerdo fue el siguiente: el cártel mexicano obtuvo el “permiso” para surtir de metanfetamina y mariguana al mercado sur de California -en particular los condados de Los Ángeles y Orange-, con el apoyo de La Mafia Mexicana que controla las bandas hispanas que operan en ese estado se pactó además que proveerían de la droga de diseño, a un precio más barato que el ofertado por el Cártel de Sinaloa, a los jefes de la pandilla encarcelados, quienes aún en reclusión controlan el suministro en prisiones estatales y federales de Estados Unidos.
La sociedad se concretó. Rosales y Montes supervisaron directamente la distribución de metanfetamina -y adicionalmente cargamentos de mariguana- en el sur de California, entregaron drogas a los jefes de La Mafia Mexicana, que se encargó de que sus pandillas aliadas protegieran los envíos de La Familia y después de Los Templarios; el “bono” fue que los mexicanos del cártel presos en ese país recibirían también protección de los pandilleros.
En el expediente existen grabaciones recabadas a partir de enero de 2011, con los primeros contactos entre los conspiradores. Una registrada el 21 de febrero de ese año, entre Efraín Érik Rosales y Montes, con otros sujetos identificados hasta el momento como conspiradores “F” y “C1″, propusieron una reunión entre los líderes de ambas organizaciones para sellar el trato.
Con ese propósito el ahora fugitivo Rosales dijo que viajaría a México -a Michoacán- para ver a sus jefes, quienes desde noviembre de 2010 le habían dado instrucción para concretar El Proyecto; mientras que Montes “se quedaría en Estados Unidos para representar los intereses de La Familia“.
Otra conversación del 9 de marzo 2011 revela que Michel Moreno, uno de los socios de La Mafia Mexicana, indicó que la droga de La Familia le daría sólo a él ganancias por 30 mil dólares, por lo que la alianza sería beneficiosa para todos “siempre y cuando haya dinero para todo el mundo”, en referencia a todos los miembros de la nueva alianza.
En esa misma fecha se registró otra grabación en la que el operador del cártel mexicano, Montes decía que ya había entregado aproximadamente 24 mil 400 dólares en ganancias de la droga a La Mafia. El Proyecto ya estaba en marcha.
Para el 1 de abril de ese año, en otra de las conversaciones cifradas entre los conspiradores, Montes se comprometió por La Familia a entregar una remesa de 100 kilogramos de metanfetaminas. El 3 de abril, sólo dos días después, Fred Montoya Fats Freddy y Luis Gerardo Vega, Little One, operadores de La Mafia Mexicana, viajaron a Michoacán para reunirse con los líderes de La Familia, según documentó la DEA para cerrar el trato.
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