Intocable
ante acusaciones de violar los derechos humanos y de coludirse con el
crimen organizado, Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública
en el sexenio de Felipe Calderón, reapareció en México resguardado por
guaruras y vehículos blindados.
Este martes, por ejemplo, comió sin prisas en el restaurante “El buen bife”, de Insurgentes Sur, al que llegó a las 15:00 horas y se retiró hasta poco antes de las seis de la tarde.
A la salida del restaurante, donde llamó la atención de los comensales que cuchicheaban al verlo, lo esperaban dos vehículos blindados, uno de los cuales, una Suburban color negro, era ocupado por cinco guardaespaldas que descendieron al verlo.
García Luna subió a una camioneta Jeep Liberty blindada, también de color negro, y ocupó el asiento trasero, protegido por otros dos guaruras y el chofer, para enseguida tomar Insurgentes hacia el norte, doblar en Magnolias y luego Manzanas, en la colonia Del Valle.
El exfuncionario, quien supuestamente reside en Miami, Florida, no ha sido tocado por las autoridades del gobierno de Enrique Peña Nieto, pese a que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) presentó en su contra, en marzo del año pasado, una denuncia ante la Procuraduría General de la República (PGR) por el caso de Florence Cassez.
La denuncia se presentó luego de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) consideró que, en 2005, la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), a cargo de García Luna, hizo un montaje televisivo para apresar a la francesa, con lo que se produjeron violaciones tan graves a los derechos humanos y al debido proceso que debía ser absuelta lisa y llanamente.
“Me toca ver si ese mal manejo es producto de una actitud que pudiera constituir un delito, no se lo puedo adelantar hasta que no tenga la certeza”, declaró el procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, pero hasta ahora no ha habido nada.
En numerosas ocasiones García Luna ha sido involucrado en tratos con el narcotráfico, como en los libro “Los señores del narco” y Los cómplices del presidente”, de la periodista Anabel Hernández, quien en 2011 denunció que el funcionario había ordenado asesinarla.
Apenas el 21 de diciembre, un comando irrumpió entre otros en el domicilio de la periodista, en Naucalpan, Estado de México, cuyos integrantes dijeron ser primero miembros del cártel de los Zetas y luego agentes de la Policía Federal.
Hernández no se encontraba en su casa, pero fue “levantado” uno de sus escoltas asignados por la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal.
Mientras tanto, García Luna hace vida social sin preocupaciones aparentes y resguardado por un aparato de seguridad…
Este martes, por ejemplo, comió sin prisas en el restaurante “El buen bife”, de Insurgentes Sur, al que llegó a las 15:00 horas y se retiró hasta poco antes de las seis de la tarde.
A la salida del restaurante, donde llamó la atención de los comensales que cuchicheaban al verlo, lo esperaban dos vehículos blindados, uno de los cuales, una Suburban color negro, era ocupado por cinco guardaespaldas que descendieron al verlo.
García Luna subió a una camioneta Jeep Liberty blindada, también de color negro, y ocupó el asiento trasero, protegido por otros dos guaruras y el chofer, para enseguida tomar Insurgentes hacia el norte, doblar en Magnolias y luego Manzanas, en la colonia Del Valle.
El exfuncionario, quien supuestamente reside en Miami, Florida, no ha sido tocado por las autoridades del gobierno de Enrique Peña Nieto, pese a que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) presentó en su contra, en marzo del año pasado, una denuncia ante la Procuraduría General de la República (PGR) por el caso de Florence Cassez.
La denuncia se presentó luego de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) consideró que, en 2005, la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), a cargo de García Luna, hizo un montaje televisivo para apresar a la francesa, con lo que se produjeron violaciones tan graves a los derechos humanos y al debido proceso que debía ser absuelta lisa y llanamente.
“Me toca ver si ese mal manejo es producto de una actitud que pudiera constituir un delito, no se lo puedo adelantar hasta que no tenga la certeza”, declaró el procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, pero hasta ahora no ha habido nada.
En numerosas ocasiones García Luna ha sido involucrado en tratos con el narcotráfico, como en los libro “Los señores del narco” y Los cómplices del presidente”, de la periodista Anabel Hernández, quien en 2011 denunció que el funcionario había ordenado asesinarla.
Apenas el 21 de diciembre, un comando irrumpió entre otros en el domicilio de la periodista, en Naucalpan, Estado de México, cuyos integrantes dijeron ser primero miembros del cártel de los Zetas y luego agentes de la Policía Federal.
Hernández no se encontraba en su casa, pero fue “levantado” uno de sus escoltas asignados por la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal.
Mientras tanto, García Luna hace vida social sin preocupaciones aparentes y resguardado por un aparato de seguridad…
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